domingo, 18 de mayo de 2008

larmes

cuando por la noche abrí mis ojos sentí un intenso dolor en el centro mismo de mis pupilas. me dolió la inocencia perdida, me dolieron la vacuidad y la insolencia del mundo. me dolió la impertinencia del odio, el amaneramiento de los cuerpos abigarrados, el traqueteo insoportable del hambre y la miseria. me dolió mi dolor, me dolieron los dolores de los hombres y las mujeres. me dolió mi egoísmo. y mi desdén. me dolieron mis lágrimas ante la insignificancia, ante la menudencia, ante lo despreciablemente marginal. me dolió la soledad y el frío me dolió. la infancia perdida, la vejez mancillada. me dolieron la frialdad de los cuchillos y la ansiedad de la espera. me dolió mi propia impotencia, el olor marchito de mi carne malgastada, el olor marchito de la carne muerta. la insoportable grandeza y levedad de la vida. el desprecio con que termina. me dolieron las banderas empapadas en sangre y los libros quemados. los quicios desvencijados de las puertas. y las ventanas cerradas a la hermosura del aire. las palabras huecas me dolieron y me dolió lo hueco de la saliva caliente. mi cuerpo se retorcía en el dolor de la inutilidad de mis manos, atadas ante un mundo que las reclamaba.
esa noche el dolor dobló mi cuerpo. pero lo llenó de esperanza.

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