jueves, 30 de agosto de 2007

miro mis manos
y no hay en ellas temblores de garganta seca
cierro los ojos
y en mis vísceras ya no hay clavadas uñas enquistadas
alzo la voz
y mis palabras no conocen el terror de la noche, sola

cuando abrí los ojos
los muros del laberinto habían dejado paso a la lluvia fresca
y tú ya no estabas

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