domingo, 15 de marzo de 2009

cuchilleros

después del fulgor de las luces me queda siempre un temblorcillo de desazón en el estómago. hoy ese temblorcillo era distinto.
(me duelen las despedidas como un aguijón debajo de las uñas. me duelen la insolencia y la vacuidad. me duele la arrogancia de la riqueza y la muerte. me duele con desprecio la arbitrariedad del sexo y la tibieza mórbida de los cuerpos ensortijados. me duele la vacuidad de las palabras, de los abrazos, de las miradas. me duele con desamparo el derroche, el odio, la indiferencia. la soledad me duele en su clamor)
era un temblor que me arrancaba de las entrañas, con desaliento. era un temblor de raíz oscura e insondable. era un temblor arcaico.
luego me di la vuelta. abrí los ojos y la obstinada pugna de la vida por salir a la superficie me reconfortó.

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