cuando abrí los ojos estaba fuera del laberinto.
el rumor, el temor, el temblor, el clamor habían quedado relegados a los vértices muertos del legajo de mi memoria.
sólo resuenan hoy en mis dedos las letras de la voz que me guió a través del laberinto,
de sus pasillos pasados, repasados, repetidos,
de su ruido de hojalata en el vacío de la ceguera.
hoy, tu voz sigue guiando mi viaje.
martes, 11 de diciembre de 2007
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